Hoteles en Costa Recife

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Recife es la capital del Nordeste de Brasil, un lugar ideal para unas vacaciones sin prisas. Su Carnaval tiene fama mundial. Pero la ciudad es un crisol de culturas, con buen patrimonio religioso, artístico y arquitectónico. Durante las fiestas de junio, la ciudad se torna animada, con gente acampada y bailando por doquier. Los paseos marítimos son extensos, junto a playas de enorme belleza como la de Boa Viagem, llena de restaurantes.

Otro atractivo incuestionable es la gastronomía, especializada en los menudos de pollo, la carne de vaca y la de cabra. Como postre, destaca la torta del rodillo, que parece un roscón relleno de guayaba. El sombrero de copa, por su parte, es una crepe rellena de queso de plátano y cubierta con canela. La citada playa de Boa Viagem ocupa 8 kilómetros y su composición es de arenas doradas y finas. Entre semana es una playa tranquila, si bien, durante los fines de semana, se dispara la afluencia. Otra divertida manera de conocer la zona es darse un paseo en catamarán por el río Capibaribe. Será buena ocasión para ver los ríos y los puentes de la ciudad. Desde el barco se podrán ver las islas de San Antonio, San José y Recife Antiguo, que conforman el casco de la ciudad. Casitas de colores contrastan con otras de lujo, jardines, construcciones neoclásicas y otras panorámicas quedarán grabadas en el crucerista.

Pero, volviendo a las playas, Itamaracá está a medio centenar de kilómetros de Recife. Allí las playas son de gran belleza y se puede admirar patrimonio con edificios como el Fuerte Orange, símbolo de la influencia holandesa, pura historia de Pernambuco.

Si se toma un barquito, se puede llegar a un precioso islote conocido como Coroa do Aviao, con una bonita playa y mariscos y pescados frescos de gran calidad. Es una zona muy pesquera. Los barcos turísticos, en función de las mareas, hacen paradas para el baño. La vegetación es salvaje. En Pernambuco, otra playa de postal es la de Carneiros, con arenas blancas y aguas cálidas y quietas. Dicha quietud se produce gracias a la barrera que conforman los maravillosos arrecifes coralinos que jalonan el entorno. Además, la playa está resguardada también por el lecho de un río. La zona también guarda sorpresas como iglesias, acantilados, piscinas naturales abiertas… La idea del catamarán también es adecuada para adentrarse en este paraíso situado a 113 kilómetros de Recife.