Hoteles en Isla Sao Miguel

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La Isla de Sao Miguel es la más extensa de las mágicas Azores. Su longitud máxima es de 65 kilómetros y su anchura tope es de 16. Es conocida como la Isla Verde por sus extensas praderas y todavía allí se puede disfrutar de bosques de laurisilva, tan escasos en la Península. Brezos, laureles endémicos y una flora exuberante envuelven al caminante en las innumerables rutas senderistas que pueden realizarse. Con suerte, podrá avistar un camachuelo de las Azores, pájaro endémico amenazado. El origen volcánico y los paisajes generados por las erupciones sucesivas son el gran símbolo insular.

En Sao Miguel cabe subrayar importantes lagunas generadas en calderas volcánicas. La más famosa se encuentra en Sete Cidades, lugar que aglutina leyendas. Otras son la Azul y la Verde, que están separadas por un puente. La de Fogo es de carácter más salvaje, al igual que la del volcán Furnas. Sin embargo, el número de lagunas es altísimo y prácticamente será posible encontrar alguna en cualquier zona de la isla y son fácilmente localizables desde los miradores que constituyen un deleite para los sentidos. En muchos de ellos, se puede disfrutar de la gastronomía autóctona. Es el caso del Mirador de Lomba do Cavaleiro. La isla es un festival del agua, puesto que también es conocida por sus piscinas de aguas calientes que van desde las cristalinas sobre fondo ocre de Caldeira Velha, a las ferruginosas del Parque Terra Nostra, donde, por cierto, hay un espectacular Jardín Botánico. Poca da Beija, Caldeiras de Ribeira Grande o Furnas atesoran también piscinas de diferentes tipologías que dan lugar, incluso, a barros con propiedades mineromedicinales.

En la Costa de San Miguel, los acantilados son imponentes y suelen estar cargados de densa vegetación. A diferencia de otras islas del Archipiélago, en ésta sí hay numerosas playas, todas de arena gris volcánica. En la zona Sur se encuentran las más turísticas y concurridas como Pópulo, Ribeira Quente, Vinha da Areia… Pero también hay en la isla playas más naturales y solitarias como Lombo Gordo, Mosteiros o Amora. Las formas volcánicas también han dado lugar a piscinas naturales de agua marina como Lagoa, Calhetas o Ponta da Ferraira. Esta última es un verdadero centro de talasoterapia al aire libre, dada la acción térmica de la tierra, que calienta las aguas atlánticas. Pero también hay patrimonio en este lugar. Ciudades como Ponta Delgada o Ribeira Grande sorprenden por sus iglesias, colores, materiales constructivos, forjas…

En cuanto a la gastronomía, cabe disfrutar del té, las piñas, chicharros, cocido de Furnas (que utiliza el calor de la tierra), clacas (marisco peculiar cocinado en agua de mar), pasta de pimiento, pescados, queijadas, bollos dulces, chirimoyas, carne de vacuno, maracuyá, licores…