Hoteles en Isla Graciosa

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Isla Graciosa es una pequeña isla de reducidas dimensiones y forma alargada en el archipiélago de Las Azores. Su largo máximo no llega a 13 kilómetros y su anchura no sobrepasa los 7. Al igual que el resto de islas azorianas, tienen un apelativo cromático. En este caso, es conocida como la Isla Blanca, debido a la roca traquita, que, con el paso del tiempo, se torna en blanquecina y que es muy común en Isla Graciosa.

El lugar es de gran riqueza ambiental. No en vano está declarada por la Unesco como Reserva de la Biosfera. Eso sí, el visitante no encontrará aquí los espectaculares relieves habituales en Las Azores. La altitud máxima de la isla apenas supera los 400 metros. Su principal emblema natural es la Caldeira da Graciosa, una depresión que llega a diámetros de 1,6 kilómetros y a casi 300 metros de profundidad. Dentro, se encuentra la Gruta del Azufre, 1ue conforma una bóveda perfecta con altura máxima de 40 metros. En su interior, hay un lago de agua fría y a él se accede a través de una torre construida en el siglo pasado y que cuenta con una escalera de caracol enorme, de 143 escalones. Para expertos en espeleología y con el equipo necesario, otra visita se hace más que recomendable, la de Caldeirinha de Pêro Botelho. Se trata de un algar o especie de cueva que ronda los 40 metros de profundidad y que parece conducir al centro de la Tierra. El litoral también ofrece estampas bellísimas. Es muy rocoso y abrupto, con formas acentuadas.

Los acantilados más espectaculares se hallan en Ponta da Restinga y Sierra. Sin embargo, también hay bahías como Folga, Barra o Porto Alfonso. Frente a las costas de la isla, hay un pequeño islote, el de Praia, que está muy protegido por acoger poblaciones endémicas de aves. Ver un atardecer desde el faro más alto azoriano, el de Ponta da Barca, es otro de los lujos sensoriales. La arquitectura autóctona destaca por los molinos de piedra, muchas veces rematados por rojos intensos; la iglesia de Santa Cruz, del siglo XVI, o la ermita de Nossa Senhora da Ajuda, desde la cual hay vistas preciosas sobre la isla y las blancas casas del pueblo de Santa Cruz, que atesora calles empedradas, callejuelas, plazas centrales…

En la gastronomía isleña la repostería ocupa un lugar importante. Destacan las queijadas, pasteles de leche o pasteles de arroz. El pescado fresco es de enorme calidad y se cocina al horno o en caldereta. El ajo y el melón son géneros de altísima calidad. Los vinos, por su parte, ofrecen verdejos y blancos. También hay licores.